Cap 8.

Un buen día, el joven Miky se despidió de su familia, subiendo a un autobús que le llevaría a la ciudad. Allí ingresaría en el seminario. Después de llorar largo y tendido, la señora Soler tuvo que reconocer la felicidad que vio en la cara de Miguel el día en que recibió la llamada confirmándole su ingreso en el seminario. Para consolarla, su hermano le dijo: _“Milly, es verdad que tu ilusión de tener nietos se perdió, pero a cambio ganaste algo mil veces mejor. Ganaste un hijo que no sólo tendrá unos cuantos retoños a los que querer, tendrá un mundo a quien amar y de quien poder sentirse orgulloso. Y tú también debes de sentirte orgullosa.” La señora Soler sonrió

Cap 7

Y llegó pronto. Una ancianita dulce y cariñosa de nombre Beatriz entraba con dificultad por la puerta. Rápidamente Miguel se acercó para ayudarla a sentarse en un banco. _“Gracias Miky. ¿Sabes qué? Siempre he pensado que has sido una bendición para tu tío, para esta iglesia, y para mí misma. Me has hecho feliz en mi vejez, y estoy convencida de que así lo harás con muchas otras personas…” _“¡Beatriz, querida!” La anciana volvió la cabeza, y al ver a su amiga, se disculpó con Miguel, y la saludó mientras ella se sentaba a su lado. No pudieron continuar su conversación, pero a Miguel no le hizo falta oír nada más. De camino a la sacristía, daba gracias a Dios por responderle tan pronto. ”…muchas otras personas…”.

Sabía lo que debía hacer. Aunque le causara dolor, por fin sabía perfectamente lo que debía hacer .

Cap 6

Miky fue primero monaguillo, y cuando ya creció, continuó ayudando a su tío en todo lo que hizo falta. Los feligreses agradecían la presencia del joven, siempre tan atento, y siempre con una sonrisa o una palabra de ánimo para cualquiera. Miky se sentía feliz al ver que los demás eran felices gracias a él. Y sin embargo, cada noche, cuando apagaba la luz experimentaba una sensación turbadora, una voz que le decía que ese no era su destino. A pesar de ello, todas las mañanas entraba alegre y contento a la iglesia. “Los feligreses no tienen la culpa de mis pesares”, pensaba. “No tienen por qué cargar con ellos. Cuando Dios quiera, Él me dará la respuesta.”  

Cap 5

Justo en ese momento el muchacho salía por la puerta, para reunirse con sus amigos. Viendo a su tío ahí parado, le apremió diciendo: _ “¡Tío, date prisa  o no llegarás para dar la misa a tiempo!” El reverendo, sobresaltado, miró el reloj y recogiendo su sotana aceleró el paso, agradeciendo a Miky su aviso. Por el camino, confirmó que sus ideas sobre el chico eran sin duda alguna, acertadas. Y tuvo razón.

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       Los años de adolescencia dieron paso rápido a una madurez temprana, en la que afloró deprisa el que iba a ser el sentimiento que a partir de entonces, y para siempre, señalaría su camino.

Cap 4

«Desde luego, Milly, no sé qué será este niño, pero una cosa tengo clara y es que  Dios le tiene reservado algo…” _ “Cuando te pones a decir esas cosas, Michael, sabes que me irritas. Eres mi hermano, te quiero y te respeto, pero no me gusta que pienses eso de Miky. Simplemente es un niño bueno, eso es  lo que es, y tú intentas convertirle…”  No pudo continuar, porque Miky apareció por la puerta. Los tres fueron al salón, y pasaron un rato muy agradable, charlando y tomando té y bollo. Cuando el reverendo ya se iba, se quedó un  momento parado ante la puerta y sonriendo pensó para sus adentros que dijera lo que dijera su hermana, estaba convencido de que Dios había reservado una misión para Miky y éste la cumpliría.

Cap 3

El hombre se detuvo y dándose la vuelta,  sonrió. Adoraba a su sobrino, por lo que rápidamente aceptó su invitación a tomar el té. Consciente de que aún le quedaba un buen rato antes del oficio de las seis, cogió al chico por el brazo, y juntos subieron los escalones para llegar a la puerta. Estaba abierta. El Padre llamó: “¡Emilly!”. La señora Soler apareció y encantada de ver a su hermano, reiteró la invitación ya hecha por su hijo. Enseguida, Miguel subió al piso de arriba para bajar unas cajas demasiado pesadas para su madre. Su ausencia fue aprovechada por su tío, que se acercó a la cocina,  para decir a su hermana –por enésima vez-  la suerte que había tenido con ese hijo.

Cap 2

Emilia Soler, una mujer guapa de pelo castaño, recogido con prisas en  la nuca, salió al porche con su delantal blanco puesto y gritó: _»Miky, ¿puedes venir  a ayudarme? » _ «Claro, enseguida voy.» Arriba en el prado, Miguel, un jovencito de unos 14 años, composición delgada y un bonito y abundante pelo oscuro, lanzó la pelota a uno de sus amigos, que siguieron jugando, y salió corriendo. Su madre sonrió, se dio la vuelta y entró en la casa pensando que había sido una bendición tener un hijo como él.           Una  de  las personas que más positivamente influiría en Miguel sería su tío, el reverendo del pueblo Miguel Norton. Justo cuando Miguel bajaba por la colina, el Padre pasaba por delante de su casa. Pensando en sus cosas, como siempre, no le vio. _»¡Tío Miguel!»  

EN ESPAÑA Cap 1

Fue una Navidad cuando Dios llamó al pequeño Miguel. Apenas se sostenía en pie cuando su madre le sorprendió erguido, apoyado con dificultad en la mesita donde habían colocado el Belén y mirando fijamente la figura de Jesús. _» ¡Dios mío, Miguel, vas a caerte!» Corrió hacia él. Cuando lo cogió en brazos, se extrañó al ver que su hijo lloraba y reía a la vez. Ella no supo interpretar qué estaba ocurriendo. Sólo Miguel, siendo ya adulto,  con sus padres fallecidos y estando muy lejos del que fuera su primer hogar, sabría reconocer, al evocar con claridad asombrosa dicha escena, la llegada del Espíritu Santo, que ya moraría por siempre en su corazón

Por fin publico algo

He estado con una depresión de caballo, que no se fue, pero mejoró mucho, así que aprovecho y os mando este libro,a ver qué os parece

EL BUEN INVERSOR Prólogo

_»¡Dios mío qué calor!» Se detuvo, incapaz de dar un paso más. Sudaba, le lagrimeaban los ojos y casi no veía. Incluso le costaba respirar. Sin quererlo, sintió desánimo. Y de pronto, se empezó a sentir mejor, mucho mejor. No había un alma allí, excepto Atu y él mismo. Nada que le indicara que aquel fuera un buen lugar. Sólo arena. Pero aquella sensación… Fue en  ese momento  cuando supo que por fin su vocación iba a verse cumplida.