Gracias

Ver las primeros brotes de los árboles,  algunos incluso cubiertos de hojitas tempranas. Ver niños alegres en los columpios; o el chorro de la fuente que sube y baja con un efecto hipnótico. Son sólo unos pocos ejemplos de las mil y una formas de disfrutar las cosas sencillas de cada día, que Dios me regala. Y yo solo puedo darle las gracias

consejito

Esto lo escribí en 2016, pero vamos que podría haberlo escrito ayer.

Este va ser un mensaje para intentar animar a alguno que se encuentre un poco pof. Y no es que yo me las dé de psicóloga, es sólo que como yo he estado requetepof, y ahora me encuentro súper bien, quiero dar un par de consejos.

Para empezar, si estás leyendo esto, no estás  tan mal afortunadamente, porque yo personalmente cuando he tocado fondo, nunca tuve ganas ni tan siquiera de encender mi ordenador. Para esos momentos están las medicinas y la ayuda de profesionales. Pero si hoy me estás leyendo, algo de ganas tienes ya. Vale. Pues ahora…¡a meter caña! Ya sé que probablemente no te apetezca. A mí en absoluto. Incluso al principio pasé, y así de mal me fue, claro. Pero un día, no sé por qué -pienso que Dios quiso ayudarme- tuve valor y empecé a hacer cosas, aún sin ganas…¡y oye, qué maravilla! Mejorando sin parar. Y fíjate que si yo lo hice, ¡¡¡Cuánto más tú que te lo estoy soplando!!!

PD- te aconsejo rezar a diario y pedir fuerzas a Dios.

Errata y enmienda

Lo de morir de mala muerte lo dicen los sacerdotes y escribas que estaban escuchándolo. Él sólo dice que a los malvados se les quitará el reino de Dios.

Mi profecía, mi fe

Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos.

Seguro que os suena .

Pues es cierto. No sé cuando ni cómo; pero llegará el día en que lo los malvados morirán de mala muerte, y Él entregará el mando a los buenos de corazón

A Maria

Dame tu mano, María, la de las tocas moradas; clávame tus siete espadas en esta carne baldía. Quiero ir contigo en la impía tarde negra y amarilla. Aquí, en mi torpe mejilla, quiero ver si se retrata esa lividez de plata, esa lágrima que brilla. ¿Dónde está ya el mediodía luminoso en que Gabriel, desde el marco del dintel, te saludó: «Ave, María»? Virgen ya de la agonía, tu Hijo es el que cruza ahí. Déjame hacer junto a ti ese augusto itinerario. Para ir al monte Calvario, cítame en Getsemaní. A ti, doncella graciosa, hoy maestra de dolores, playa de los pecadores, nido en que el alma reposa, a ti, ofrezco, pulcra rosa, las jornadas de esta vía. A ti, Madre, a quien quería cumplir mi humilde promesa. A ti, celestial princesa, Virgen sagrada María. Amén