Se me retuercen dentro las entrañas, me sobrecoge un pavor mortal, me asaltan el temor y el terror, me cubre el espanto, y pienso: «¡Quién me diera alas de paloma para volar y posarme! Emigraría lejos, habitaría en el desierto, me pondría en seguida a salvo de la tormenta, del huracán que devora, Señor; del torrente de sus lenguas».

Éstas palabras vienen de un salmo que he leído hoy y las he copiado porque me veo perfectamente en ellas. Aquí Jesús desde la cruz, sufriendo lo indecible, pide a Dios una ayuda que no llegará hasta su resurrección. Pasándolo así me siento yo cuando me da un súper bajón. Y lo peor, como ya he dicho tantas veces, es que siempre creo que no volveré a salir. Pero esa resurrección es justo la que me llena de esperanza.

MARAVILLOSO HIMNO CUARESMAL

¿Para qué los timbres de sangre y nobleza? Nunca los blasones fueron lenitivo para la tristeza de nuestras pasiones. ¡No me des coronas, Señor, de grandeza! ¿Altivez? ¿Honores? Torres ilusorias que el tiempo derrumba. Es coronamiento de todas las glorias un rincón de tumba. ¡No me des siquiera coronas mortuorias! No pido el laurel que nimba al talento, ni las voluptuosas guirnaldas de lujo y alborozamiento. ¡Ni mirtos ni rosas! ¡No me des coronas que se lleva el viento! Yo quiero la joya de penas divinas que rasga las sienes. Es para las almas que tú predestinas. Solo tú la tienes. ¡Si me das coronas, dámelas de espinas! Amén.

me explico

Este manifiesto lo he escrito SOBRETODO para que los que no crean, o no acaben de creer, sepan lo que podrían obtener si de verdad creyeran, pero no es ¡Dios me libre! un alarde por mi parte con el único fin de que me admiréis. Sí es cierto que es muy increíble, y que estoy contentísima de encontrarme así, pero sé que esto que siento no es, ni con mucho, comparable a lo que espero obtener, aunque sí creo que se parece. Pero también sé que me queda mucho camino con bastantes caídas y sus consiguientes etapas oscuras, de las que siempre creo no volver a salir, y de las que siempre salgo…¡con ayudita eh!

manifiesto

Es sencillamente increíble.

Pero es.

No puedo sentirme más feliz.

Privilegiada, disfruto el  doble de todo lo que hago, todo lo que me ofrecen es a primera vista lo lo mejor que podrían darme,  me siento fantástica, no añoro en ningún momento lo que fui, más bien me alegro de cómo estoy ahora mismo, de la persona en que me he convertido, de cómo pienso, cómo amo, con un amor… insólito.

“¿De quién hablas?”

De mí, si, ya sé que no lo crees, no puedes creerlo.

“¿Por qué?”

Porque te falta Dios.

Cuaresma

Este mundo es el camino para el otro, que es morada sin pesar; mas cumple tener buen tino para andar esta jornada sin errar. Partimos cuando nacemos, andamos mientras vivimos, y llegamos al tiempo que fenecemos; así que cuando morimos descansamos. Este mundo bueno fue si bien usásemos de él como debemos, porque, según nuestra fe, es para ganar aquel que atendemos. Aun aquel Hijo de Dios, para subirnos al cielo, descendió a nacer acá entre nos, y a vivir en este suelo do murió. Amén.

himno comentado

Bello es el rostro de la luz, abierto sobre el silencio de la tierra; bello hasta cansar mi corazón, Dios mío. Un pájaro remueve la espesura y luego, lento, en el azul se eleva, y el canto le sostiene y pacifica. Así mi voluntad, así mis ojos se levantan a ti; dame temprano la potestad de comprender el día. Despiértame, Señor, cada mañana, hasta que aprenda a amanecer, Dios mío, en la gran luz de la misericordia. Amén

No he visto el rostro del Señor, pero lo imagino, aun cuando gran parte de la tierra prefiera el silencio. Yo en cambio, como un pájaro, nunca dejo de sembrar, para la tierra y para ti, que me das la paz.

¡Qué feliz cuando pueda comprenderte y amarte en plenitud!

Himno pre-cuaresma

Iglesia santa, esposa bella, sal al encuentro del Señor, adorna y limpia tu morada y recibe a tu Salvador. Abre tus brazos a María, Virgen Madre del Redentor, puerta del cielo siempre abierta por la que vino al mundo Dios. ¿A quién sostienes en tus manos, dinos, anciano Simeón, por qué te sientes tan alegre? «Porque ya he visto al Salvador. Este Niño será bandera y signo de contradicción, con su muerte, traerá la vida, por la cruz, la resurrección». Jesús, el hijo de María, es el Hijo eterno de Dios, la luz que alumbra a las naciones los caminos de salvación. La Virgen Madre ofrece al Niño como una hostia para Dios; la espada de la profecía atraviesa su corazón. Honor y gloria al Padre eterno, al Hijo eterno que engendró, y que, por obra del Espíritu, de la Virgen Madre nació. Amén.