Os quiero contar algo:
Se trata de algo que me ocurrió en la confirmación de mi amigo Pablo, poco antes de ponerme malita. No recuerdo la fecha con exactitud, pero sí sé que ya padecía dolores de cabeza espantosos. Justamente en la ceremonia empezó a dolerme. Era su madrina. De momento no era grave, en situación estática, sin moverme , todo iría bien, Lo que temía es cuando llamaran a Pablo y tuviéramos que salir los dos. No podía salir mal, pero no sabía qué hacer, el dolor continuaba, y además yo sabía que al caminar mi dolor se acentuaría, pues a cada paso sentía una punzada en la nuca, y podía incluso perder el equilibrio. ¿Os imagináis qué papalón ante el Señor Obispo? Llamaron a Pablo. Y de pronto mi dolor se desvaneció. Los dos nos dirigimos con decisión al altar, él se arrodilló, y con mi mano en su hombro, recibió la bendición. Los dos volvimos alegres a nuestro sitio. Entonces el dolor regresó, con tal fuerza que tuvieron que acompañarme a casa nada más acabar la ceremonia, y no pude disfrutar de la habitual fiesta que siempre se celebra.
¿Os dais cuento? Dios me ayudaba. Aunque luego pasó lo qué pasó, ahora estoy más convencida que nunca de que El Señor siempre ha estado conmigo. SIEMPRE.
Se trata de algo que me ocurrió en la confirmación de mi amigo Pablo, poco antes de ponerme malita. No recuerdo la fecha con exactitud, pero sí sé que ya padecía dolores de cabeza espantosos. Justamente en la ceremonia empezó a dolerme. Era su madrina. De momento no era grave, en situación estática, sin moverme , todo iría bien, Lo que temía es cuando llamaran a Pablo y tuviéramos que salir los dos. No podía salir mal, pero no sabía qué hacer, el dolor continuaba, y además yo sabía que al caminar mi dolor se acentuaría, pues a cada paso sentía una punzada en la nuca, y podía incluso perder el equilibrio. ¿Os imagináis qué papalón ante el Señor Obispo? Llamaron a Pablo. Y de pronto mi dolor se desvaneció. Los dos nos dirigimos con decisión al altar, él se arrodilló, y con mi mano en su hombro, recibió la bendición. Los dos volvimos alegres a nuestro sitio. Entonces el dolor regresó, con tal fuerza que tuvieron que acompañarme a casa nada más acabar la ceremonia, y no pude disfrutar de la habitual fiesta que siempre se celebra.
¿Os dais cuento? Dios me ayudaba. Aunque luego pasó lo qué pasó, ahora estoy más convencida que nunca de que El Señor siempre ha estado conmigo. SIEMPRE.
Se trata de algo que me ocurrió en la confirmación de mi amigo Pablo, poco antes de ponerme malita. No recuerdo la fecha con exactitud, pero sí sé que ya padecía dolores de cabeza espantosos. Justamente en la ceremonia empezó a dolerme. Era su madrina. De momento no era grave, en situación estática, sin moverme , todo iría bien, Lo que temía es cuando llamaran a Pablo y tuviéramos que salir los dos. No podía salir mal, pero no sabía qué hacer, el dolor continuaba, y además yo sabía que al caminar mi dolor se acentuaría, pues a cada paso sentía una punzada en la nuca, y podía incluso perder el equilibrio. ¿Os imagináis qué papalón ante el Señor Obispo? Llamaron a Pablo. Y de pronto mi dolor se desvaneció. Los dos nos dirigimos con decisión al altar, él se arrodilló, y con mi mano en su hombro, recibió la bendición. Los dos volvimos alegres a nuestro sitio. Entonces el dolor regresó, con tal fuerza que tuvieron que acompañarme a casa nada más acabar la ceremonia, y no pude disfrutar de la habitual fiesta que siempre se celebra.
¿Os dais cuento? Dios me ayudaba. Aunque luego pasó lo qué pasó, ahora estoy más convencida que nunca de que El Señor siempre ha estado conmigo. SIEMPRE.