Y …¡llegó el cuarto!
Si, incluso a mí me sorprende. Pero así es. Y es que resulta increíble: hay momentos -no siempre eh- en que me maravillo mirando cualquier cosilla, mientras pienso en lo fantástico que será lo quo sea que vaya a hacer después. Osea, es una cadena de felicidad total. Porque encima Dios me concede VER la belleza de las cosas. Ojo, que las penas no se han ido, simplemente se atenúan siendo feliz. Y te vuelvo a insistir en que esto es fácil, tan fácil como HACER EL BIEN SIN MIRAR A QUIEN
Y si quieres mirar a alguien, mira a Dios y verás lo orgulloso que está de tu tarea.
DEDICADO A JORGE