Seguro que al ver las fotos has pensado: «¡pobre!» Probablemente yo también lo pensé, aunque no miento si digo que no me acuerdo. Lo que sí que es auténtico es que a día de hoy no me cambiaría por la que fui por nada del mundo. ¿Y sabes por qué? Porque he encontrado una felicidad nueva, increíble. Que me hace sentir bien, incluso estupenda. ¿Para qué iba yo a cambiar?
Para los que no me conocen, me llamo Ana Luz Parrondo. Tengo 46 años. Hasta los 23 mi vida fue la normal de cualquier niña y posteriormente adolescente, con sus más y sus menos claro. Luego me descubren un tumor y aunque me operan con éxito, una inesperada reacción hace que todo vaya a cambiar en mi vida. En medio de mi carrera de derecho, se ve frustrado mi deseo de ejercer en el extranjero. Mis condiciones físicas -en silla de ruedas y caminando siempre con ayuda-, y por qué no, también las psíquicas, me hacen olvidar mi matrimonio ideal con el que soñé de pequeña, corriendo detrás de mis niños. Afortunadamente, no me entero de mucho al principio. Años después empezará algo que me lleva hasta hoy. Perdí mucho, muchísimo, pero, aunque no lo creas -yo a veces tampoco-, nunca será tanto como lo que he ganado. Soy una persona absolutamente feliz. Repito, no cambiaría por nada mi vida actual. No sufro ni un ápice con mi aspecto. Y ¿sabes por qué? Porque Dios está conmigo. Me ama, yo le amo, y a Él le importa poco que sea guapa o fea. ¿Te parece rara mi forma de pensar? Siendo tan religiosa podrías creer que me haya resignado. Pues no. Que me he aceptado desde luego. Pero ¿Crees que es normal que me sienta tan fabulosamente? Los resignados sufren, aunque lo acepten. ¡Pero es que yo no! Vaya, yo no más allá que cualquiera con una mínima sensibilidad. Pero a nivel personal, fuera de mis crisis debidas a mis malditos desacuerdos neuronales, ¡cero! Teniendo en cuenta que los médicos no daban un duro por mi vida, que tengo muuuuuchas dificultades diarias que superar, que mire donde mire, todo lo que vaya a emprender ya nunca será cómo antes, y te aviso que recuerdo al cien por cien cómo era todo antes ¿Será un milagro? Lo que es seguro es que Dios está conmigo, y como ve que siempre intento ir por Su camino, está contento y me permite ser feliz en un mundo donde por lo general alguien en mis condiciones viviría más bien regulín.
Bueno, quiero transmitiros que Dios es, creo yo, el único que puede sacarnos a flote en este mar tan revuelto. A mí ya me sacó. Mi consejo -si quieres salir y respirar tranquilo- es que te entregues a ÉL, reces a diario y ames al prójimo sin condiciones. Es que, aunque no creas, fijo que mi historia te ha hecho pensar. Y si eres listo, empezarías a creer. Pues ya que estás, intenta hablar con Él y ya verás.