Y hablando de lucha, ésta ha sido- y sigue siendo- mi gran aliada para encontrar la paz.
Esta lucha no es –lógicamente- la de liarse a puñetazos con el de al lado, la que yo digo consiste en no sentirse nunca vencido ante la primera derrota, ni ante la segunda, ni ante ninguna derrota; el buen luchador sabe que los fracasos no son sino las semillas del éxito, porque significan que, sea lo que sea, lo hemos intentado, y que ese éxito podemos conseguirlo día tras día, siempre y cuando no dejemos nunca de luchar. Y simplemente poniendo un poquito de empeño, ya tenemos la victoria asegurada, porque según mi filosofía, con sólo empezar a subir el primer peldaño, si lo haces con decisión, ten por seguro que ya casi has llegado arriba.