Nada más verle, el anciano sonrió desde el lecho y se irguió, sin poder ocultar cierto esfuerzo.
Miguel, quitándose el abrigo rápidamente acercó una silla a la cama. Tras comentar su encuentro con Blanca, a quien Don Paulino también calificó de guapísima, aunque demasiado traviesa, dijo:
_ “¿Sabe Padre? Creo que lo que voy a contarle le gustará mucho.”
Don Paulino, bastante nervioso tras las palabras de Miguel, se acercó lo más que pudo a él. Éste, contento de hacerle olvidar sus dolores por un rato, continuó:
_“¿Recuerda los días que pasó aquí aquel circo ambulante?”
_“Sí claro. ¿Cómo lo voy a olvidar?
_“Entonces tal vez recuerde que Blanca insistió en que yo fuera, y lo cierto es que debo agradecérselo porque sinceramente mereció la pena. Bueno, pues el día en que se marchaban pensé que sería un bonito detalle acercarme a decirles cuánto nos había gustado el espectáculo, y desearles buena suerte en su gira. Cuando me acercaba…