La luz de Dios es LA LUZ. Única, verdadera, absoluta.
Incluso con los ojos cerrados podemos verla. Los que sabemos mirar con el corazón.
Es una luz que no sólo vemos al final del camino, sino que ALUMBRA nuestro camino, nuestra vida. Es fe que resplandece. Es Dios encendido para atraernos hacia Él.