El sábado a las 8 30 fui a la celebración de mi eucaristía como casi siempre. Pero claro, con el verano por medio, he estado más de un mes sin ir. Los primeros días de septiembre no había casi nadie, pero anteayer ya había un número considerable de personas. Por si no lo había dicho ya, las misas del Camino son hermosas y amenas porque hay música, y la gente participa dando su punto de vista sobre las lecturas, y al final hay un baile, todos cogidos de la mano, alrededor del altar .Esta vez no faltó nada. Mas bien al contrario, hubo algo más. Todo fue un acto feliz, principalmente porque el Señor estaba ahí en medio con nosotros, pero es que encima para mí, fue algo maravilloso, no sólo ver a mis hermanos, sino también sentir, al salir a la calle, la algarabía de los niños, disfrutando de sus juegos inocentes. De repente el corazón se me llenó de Paz y alegría.
¡Gracias Dios!