Mi madre vivió ocho años en Argentina y, como es lógico, me ha contado muchas historias de allí. Una de ellas es ésta:
Cuando fueron a elegir quién sería el patrono de Buenos Aires, hace unos siglos, al fundarse la ciudad lo hicieron de forma democrática, metieron en una bolsa muchos nombres de santos, los removieron y sacaron uno: San Martín de Tours. Era un santo francés y no les parecía el más adecuado para su nación. Decidieron volver s meterlo en la bolsa y remover. Sacaron nuevamente a ¡San Martín e Tours. Seguía sin gustarles.. Repitieron la operación, y ¡San Martín de Tours! Estaba claro, hasta para los sorprendidos bonaerenses, que, rendidos ante la evidencia, comprendieron que el santo francés quería ser patrono de su recién creada ciudad.
Y hasta hoy.