¡Qué cierto es que estamos en manos de Dios! Y qué cierto también que abandonarse en Dios nada tiene que ver con abandonarse en Dios…sin más.
Esta semana ha sido difícil para mí. Tal vez la primavera la sangre altera. Vale. El caso es que un día, al empezar mi gimnasia habitual, mi fisio me dijo de hacer un ejercicio de equilibrio. Yo enseguida dije que si, pues soy muy lanzada, aunque pensé que no estaba en mi mejor momento, y que el equilibrio requiere una mente y un cuerpo tranquilos, y desdeluego no era el caso. Pero yo me esforcé en poner mis cinco sentidos en marcha y concentré toda mi mente y mis músculos en hacer un buen ejercicio, y SÓLO ENTONCES pude sentir mi abandono en Dios. Y, oye, parece mentira, pero salió de maravilla. no me lo esperaba, pero Dios me ayudó. ¡Ojo! me ayudó, no me hizo el trabajo. Ése lo hice yo, lo mejor que pude. ¡Y eso es precisamente lo que Dios premia! -a mi parecer, claro- Cuando te dice que le dejes que cargue con tus problemas, se refiere a aquellos que no puedes resolver por más que lo intentes. Los demás, aunque te cuesten, siempre hay que intentarlo. Y Él te premia, seguro.