El martes por la mañana tuve un momento de crisis que se prolongó y no recé los laudes. Para mí la oración es necesaria porque no me cabe ninguna duda de que es indispebsablle para encauzar nuestra vida. En su lugar, y ya más tranquila, por la tarde decidí leer las vísperas. Quiso Dios -estoy convencida- que me confundiera y leyera las del lunes. El himno decía así:
«¿Señor, en dónde vives?»
«Ven y verás.» Y yo te sigo y siento
que estás… ¡en todas partes!,
¡t que es tan fácil ser tu compañero!!»
Esas palabras me transformaron. Hasta ese instante, aun sabiendo que Dios estaba siempre a mi lado, no lo encontraba, pero ahora…ahora ¡me estaba llamando! Y me recordaba de nuevo lo sencillo que es ser su amigo.
¡¡¡Gracias Dios mío, gracias!!!